El aumento de precio es resultado de los aranceles de Trump a las importaciones de automóviles que las compañías automotrices en última instancia trasladarán a los consumidores por los autos que llegarán a los concesionarios en junio.
Los nuevos precios entraron en vigor para los vehículos producidos a partir del 2 de mayo, según la agencia de noticias Reuters, que informó la historia por primera vez el miércoles.
Los precios del SUV eléctrico Mustang Mach-E, la camioneta Maverick (uno de sus vehículos más asequibles y populares) y la Bronco Sport aumentarán hasta en 2.000 dólares en algunos modelos, según un aviso enviado a los concesionarios, al que tuvo acceso Reuters. Un portavoz de Ford afirmó que los vehículos con el precio aumentado llegarán a los concesionarios a finales de junio.
Ford afirmó que la guerra comercial añadiría unos 2.500 millones de dólares en costes para 2025, pero prevé reducir esa exposición en unos 1.000 millones. General Motors anunció la semana pasada que se proyectaba que los aranceles le costarían entre 4.000 y 5.000 millones de dólares tras la imposición de cuantiosos gravámenes a las importaciones extranjeras de automóviles, pero esperaba compensar esa cifra en al menos un 30 %.
Los aranceles de Trump han desatado semanas de incertidumbre en todo el sector automotriz, ya que los principales fabricantes de automóviles de Estados Unidos y Europa han revisado sus pronósticos, cambiado la producción y obligado a las empresas a paralizar sus plantas.
Tras semanas de resistencia por parte de la industria automotriz, Trump suavizó sus aranceles a las importaciones de autopartes extranjeras para otorgar a los fabricantes de automóviles créditos por lo producido en Estados Unidos y evitar aranceles dobles sobre las materias primas utilizadas en la producción. Sin embargo, la Casa Blanca no ha derogado un arancel del 25 % sobre los 8 millones de vehículos que Estados Unidos importa anualmente.
Ford está en mejor posición para afrontar los aranceles que algunos de sus competidores gracias a su sólida base manufacturera en Estados Unidos. El fabricante de automóviles de Dearborn, Michigan, ensambla el 79 % de sus vehículos vendidos en Estados Unidos en el país, en comparación con el 53 % de GM, según una nota de un analista de Barclays.